Imagina, por un solo momento, que vives en el mundo mágico y que tienes una carrera exitosa como... ¿Periodista? ¿Te parece bien? Es una buena opción. Sin embargo, podría ser todavía más exitosa si lo intentas. Por eso, tienes una misión muy importante: Hacerle una entrevista al Ministro de Magia. Tienes mucha prisa, ¿cómo no va a ser así? Necesitas que salga lo mejor posible para que tu carrera despegue y tu jefe se dé cuenta de todo tu verdadero potencial. Es una oportunidad del potencial que tienes, y de que puedes llegar mucho más lejos todavía.
No puedes aparecerte, porque estás en proceso de obtener tu licencia, ¡cada persona tiene su momento! Así que pruebas uno de los transportes mágicos más populares en Londres, y que, al mismo tiempo, trae de cabeza a cada mago y bruja de dicha ciudad. ¿O no?
Esas palabras hacen que tu cuerpo se quede paralizado antes de entrar al Autobús Noctámbulo. Harry Potter... está ahí. No te lo puedes creer. ¿Estás a punto de entrar por primera vez en aquel lugar y te encuentras al mismísimo Elegido? ¿Cuánta probabilidad había? Aunque, en ese momento, mientras observas de nuevo el Autobús Noctámbulo, Harry Potter puede no ser el real. No tiene por qué. Así que... ¿Confías y te subes o lo ves demasiado sospechoso como para ser cierto?
Definitivamente no es una buena idea, es lo único que puedes pensar en ese momento. Irás a la entrevista de cualquier otra forma, pero no puedes arriesgarte a no llegar a tiempo, o a hacerlo en mal estado (porque has oído cosas) solo por probar esa nueva experiencia. Resoplas y, sin decir nada más, te pierdes entre las calles.
Ese pensamiento te invadió cuando, efectivamente, distinguiste, lo primero de todo, una cicatriz en forma de rayo en la frente de aquel hombre de cabello negro azabache que parecía no haberse peinado desde que cumplió la mayoría de edad. Era una situación tan increíble para ti que, sin dudarlo ni un momento, hiciste el amago de entrar en el Autobús Noctámbulo; Harry Potter te estaba esperando.
"Alto ahí, que va usted muy deprisa" escuchaste por parte de un señor que, por su uniforme, era trabajador. "¿A dónde vas?"
"A Londres, al Caldero Chorreante" respondiste, con tono apresurado.
"Entonces son 15 sickles, 1 galeón con una taza de chocolate caliente y 3 sickles más si quieres un cepillo de dientes y una bolsa caliente, muy reconfortante."
"Un poco caro, ¿no?"
"Antes los precios eran más baratos, pero... qué le hago, colega. La inflación."
Con un suspiro, pagas inmediatamente el mínimo. Quieres subirte ya al Autobús Noctámbulo, Harry Potter debía estar por allí según lo que escuchaste y necesitabas verificar cuanto antes que era real.
"¡Bienvenido entonces! ¿Cómo te llamas?"
De lejos, escuchó a otro hombre reírse a carcajadas al fondo del mismo Autobús Noctámbulo. Harry Potter, o el que parecía serlo, rodó los ojos. Y lo miraste con admiración, pero él no se dio cuenta... o no quiso hacerlo, por supuesto, todo podía ser. A saber cuántas veces había tenido que aguantar esa broma.
"¡Venga ya, Neville Longbottom! No pongas esa cara. Quizás debamos cobrar un suplemente cada vez que viajes con nosotros, ¿no te parece, Ern?"
Más risas se escucharon, y decidiste irte a sentar a unas de las camas que estaban más cerca de él, porque tu espíritu de reportero no podía evitar sentirse atraído hacia una celebridad, ¡y más en aquella situación!
No cabías en ti de felicidad. Había aparecido ante ti como si fuera un genio de la lámpara listo para conceder deseos. ¡Ibas a entrevistar al Ministro y al Elegido el mismo día!
Finalmente, decides que con la entrevista al Ministro de Magia tienes suficiente. Con estar en presencia del que había salvado al mundo mágico, y gracias al que tenías un buen trabajo, y un hogar, era suficiente. Por eso, el resto del viaje te dedicaste a tratar de sobrevivir a esos movimientos que amenazaban a tu estómago con obligarle a echar todo lo que había dentro. ¡Jamás volverías a montarte en el Autobús Noctámbulo!
"¿Señor Potter?" te atreviste a decir. Él te miró, y probablemente se lo había esperado, por la mirada cansada que tenía. Sin embargo, la sonrisa amable no abandonaba su rostro. Te preguntaste qué había sucedido aquel día, y por qué le daba la sensación de que tenía más años encima de los que se había imaginado. "¿Puedo hacerle una pregunta?"
Quizás él pensara que no lo habías visto, pero te diste cuenta de ese suspiro silencioso que no indicaba una comodidad por su parte. Era tu instinto de periodista, ¿habría notado que lo eras? Esas cosas se notaban a lo lejos... ¿no?
"Claro, adelante" cedió él, probablemente demasiado educado como para negarte nada. Al fin y al cabo, era el salvador del Mundo Mágico. Era una buena persona.
"¿Cree que El-que-no-debe-ser-nombrado podría resurgir en algún momento?"
Aunque pudiera ser el movimiento del mismo Autobús Noctámbulo, Harry Potter no se veía para nada feliz. Pensaste que, efectivamente, lo más probable era que aquella brusquedad con la que conducían tuviera mucho que ver.
"Voldemort desapareció hace mucho, y perdí a mucha gente como prueba de ello" respondió, bruscamente. No solo lo notaste por las palabras que escogió, sino que el tono era agotado. Ahí fue cuando te reafirmaste en que realmente había tenido un mal día y no parecía tener ganas de continuar esa conversación.
Te encojes en tu asiento. Bajas la mirada, murmuras una disculpa y te quedas el resto del viaje tratando de permanecer lo más silencioso posible. Harry Potter no ha tenido la mejor impresión de ti, quizás hubiera sido mejor que decidieras más detenidamente tus palabras.
"¿Dónde compró ese reloj?"
La cara del señor Potter tuvo le demostró que no se había esperado esa clase de pregunta, y tú no pudiste evitar sonreírle.
"¿Cómo?"
"Mi sobrino pronto va a cumplir 17 años" le contaste, acomodándote y tratando de evitar un golpe con cualquier objeto que pillara por medio, algo muy probable debido al poco cuidado que tenían al conducir. ¿En dónde habían obtenido la licencia para conducir? "Y estamos buscando un reloj que le guste, ya sabe, por la tradición. El que tiene usted es muy elegante y se ve juvenil, así que posiblemente le gustase."
"Oh" balbuceó Harry Potter, como si no estuviera acostumbrado a una conversación casual con un desconocido que lo hubiera reconocido.
"¿En qué tienda lo compró?"
Intercambiaron miradas por un momento, unos segundos en los que aprovechaste para sonreírle, queriendo transmitirle paz y seguridad, para que supiera que no le ibas a agobiar con preguntas, que no ibas a hacer que su día fuera más difícil de sobrellevar, porque tu instinto de reportero te había dicho que no había sido el mejor para él.
La sonrisa que te devolvió Harry Potter, además de la conversación tan amena y casual que compartisteis, bastó para convencerte de que escoger ser una persona cualquiera de vez en cuando no estaba mal. No todo era trabajar.
"¡Oye, tú!" escuchas que te gritan, desde el Autobús Noctámbulo donde ibas a montar. "¿Estás seguro de que no quieres viajar con nosotros? ¡Tenemos unos precios muy competitivos en el mercado!"
Te giras, y observas al hombre con los ojos entrecerrados para poder observarlo bien. ¿Te está intentando convencer de ir en ese autobús de locos? Has oído hablar cosas, y habías cambiado de opinión solo con verlo. Tenía pinta de volcar en cualquier momento, y debías llegar presentable a la reunión con el Ministro.
"No, muchas gracias por el ofrecimiento" respondes, muy firme en tu decisión, volviendo a darte la vuelta. "Prefiero llegar entero. Que pase un buen día."
No podías arriegsar algo tan importante como el Ministro de Magia, así que continuaste tu paso en busca de alguna otra opción. No sabías si te habías perdido una oportunidad de conocer a alguien que valiese la pena más que esa figura, pues, ¿quién sería más importante que el que gobernaba el mundo mágico de Gran Bretaña?
"No, muchas gracias por el ofrecimiento" respondes, muy firme en tu decisión, volviendo a darte la vuelta. "Prefiero llegar entero. Que pase un buen día."
No podías arriegsar algo tan importante como el Ministro de Magia, así que continuaste tu paso en busca de alguna otra opción. No sabías si te habías perdido una oportunidad de conocer a alguien que valiese la pena más que esa figura, pues, ¿quién sería más importante que el que gobernaba el mundo mágico de Gran Bretaña?
Definitivamente no es una buena idea, es lo único que puedes pensar en ese momento. Irás a la entrevista de cualquier otra forma, pero no puedes arriesgarte a no llegar a tiempo, o a hacerlo en mal estado (porque has oído cosas) solo por probar esa nueva experiencia. Resoplas y, sin decir nada más, te pierdes entre las calles.
Niegas con la cabeza. No, tienes muy clara tus prioridades, y no vas a cambiarlas por nada del mundo, y más cuando estás a punto de brillar más que nunca.