¡Hola, querid@s amig@s!

 

Y bienvenidos de nuevo a un Sábado en Hogwarts.

 

Hoy os traigo un artículo que, hasta a mí, me ha puesto la piel de gallina. Un artículo en el que desvelaremos secretos que quizás después os arrepintáis de conocer. Hablaremos de oscuridad, misterio y locura. Y es que, vengo a contaros nada más y nada menos que la historia de la prisión de Azkaban.

 

 

Antes que nada, deberíais saber que el término Azkaban proviene de la mezcla entre Alcatraz (que es su equivalente muggle más cercana) y Abaddon (palabra hebrea que quiere decir el lugar de destrucción o las profundidades del infierno).

 

Esta fortaleza construida en una isla del Mar del Norte en el siglo XV, en su principio no fue en absoluto una prisión. Pero sí es cierto que fue creada por el mundo mágico y que, por ello, no aparecía en ningún mapa. Ekrizdism, un mago sumamente poderoso fue, tal y como se demostró años (quizás siglos) más tarde, un médico experto en las Artes Oscuras. En aquel terrible lugar, torturó y mató a marineros muggles por propio placer. Sólo cuando él murió y los encantos de ocultación que él había creado se desvanecieron, el Ministerio de Magia descubrió la existencia de aquel edificio. Era todo tan terriblemente espantoso que, quienes llegaron fueron a investigar el lugar, se negaron a hablar de lo que habían encontrado allí. Lo único que se atrevieron a decir fue que aquello estaba infestado de dementores.

 

 


La autoridad quiso destruir el edificio, pero el miedo que creaba la incertidumbre de no saber qué pasaría con los dementores si los privaban de su hogar, hizo que el Ministerio contratara expertos en Magia Oscura. Estos afirmaron que Azkaban podría ser capaz de ejecutar su propia venganza sobre quien intentara destruirlo y, por ello, la fortaleza fue abandonada muchos años y únicamente servía de hogar a los dementores.

Una vez entró en vigor el Estatuto Internacional del Secreto Mágico, el Ministerio de Magia se percató de lo peligroso que podía llegar a ser el hecho de que las prisiones para magos y brujas estuviesen en ciudades y pueblos, tan cerca de muggles. Por ello, el Ministerio ideó la construcción de una prisión en la isla de Hebridean. Pero Damocles Rowle, Ministro de Magia en el siglo XVIII y, además, sádico por naturaleza, desechó los planes de construir una nueva prisión en Hebridean cuando llegó al poder e insistió en la utilización de Azkaban, convenciendo a la comunidad mágica de que los dementores podían ser los guardias de la prisión ahorrando, así, mucho dinero y quebraderos de cabeza al Minisiterio.

Evidentemente, muchos magos se opusieron, sobre todo aquellos expertos que conocían la oscura historia de Azkaban. Pero Rowle siguió con sus planes y aprisionó a los primeros magos, los cuales jamás salieron de allí y se volvían más peligrosos y perturbados conforme pasaba el tiempo.

 

 

 

 

Fue durante el mandato de Eldrith Diggory cuando se estableció un comité que buscase alternativas a Azkaban, o al menos retirar a los Dementores como guardias. Esto se debe a que cuando Diggory visitó la prisión, descubrió que todos los presos se habían vuelto locos, tanto que hasta se había construido un cementerio en el que enterrar a todos aquellos que habían muerto de desesperación. Pero los planes de Diggory no pudieron llevarse a cabo debido a que éste se enfermó de viruela de dragón y murió.

 

 

Hasta el gobierno de Kingsley Shacklebolt, ningún ministro pensó seriamente en cerrar Azkaban. Todos hicieron la vista gorda respecto a las condiciones inhumanas de la prisión y los horribles efectos de entrar en aquel edificio poblado por miles de dementores.

La huida de Bartemious Crouch Jr, la huida de Sirius Black y, más tarde, la lealtad que juraron los dementores a Lord Voldemort al ofrecerles la libertad, demostró la debilidad de la prisión. Y, una vez finalizada la Segunda Guerra Mágica, Kingsley Shacklebolt purgó Azkaban de dementores y ahora son aurores los que protegen la prisión.

 

 

 

Y hasta aquí el artículo de Sábado en Hogwarts, espero que os haya gustado.

Nos vemos el próximo sábado. Se despide con mucho cariño,

 

Julietta W. Andrews